La primera fábrica recuperada de la industria pesquera conservera, Quequén, 2010-2021.

El proceso de conformación de Engraucoop como fábrica recuperada comenzó en el año 2011; y al año siguiente ya contaba con su matrícula habilitante para funcionar como cooperativa de trabajo. 

Una de sus particularidades consiste en ser la primera fábrica recuperada del rubro de las conservas de pescado a nivel nacional. Una segunda particularidad de Engraucoop -que comparte solo con otra fábrica pesquera local, “La Recuperada”– reside en la combinación de los factores geo-referencial y económico, esto es, su localización en el partido de Necochea (en la localidad llamada Quequén) y el sector y rama de la economía al que pertenece (industria pesquera conservera), en el que actualmente prima el capital transnacional. Como resultado de la reestructuración capitalista (Grigera, 2011), a pesar de la creciente concentración y ganancias empresariales en el sector pesquero nacional año tras año hasta la actualidad, Necochea es una ciudad portuaria cuyo sector industrial pesquero presentó un desguace progresivo entre los años 80 (época en la que había más de 20 establecimientos fabriles locales ligados al sector) y el año 2012 (fecha en que cerró la última fábrica de pescado que continuaba funcionando en la localidad). Debido a ello, las y los trabajadores de Engraulis se enfrentaron con la situación de inminente desempleo con nulas posibilidades de reinsertarse laboralmente en el sector en que se desempeñaban a nivel local, lo cual conjeturamos en otra oportunidad como uno de los factores que promovieron la génesis de esta fábrica recuperada [Nogueira 2018]. 

La firma originaria fue Engraulis S.A., empresa pesquera que se instaló en Quequén-Necochea durante la década del 70 y se dedicó a la producción de anchoas en conserva y semiconserva destinada fundamentalmente a la comercialización en el mercado externo. 

Fuente: Diario digital Lapalabrainfo.com

Fuente: Diario digital Lapalabrainfo.com

Sus propietarios fueron dos hermanos italianos, Giorgio y Roberto Nasari, quienes poseían otra firma asociada en España, llamada “Fedro Conservas”. De acuerdo a la prensa gráfica y a testimonios de dirigentes gremiales de la seccional local del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia (STIA), para el año 2010 se desempeñaban allí alrededor de 120 obreros entre efectivos y temporarios. 

El proceso de recuperación de esta empresa se remonta hacia un primer conflicto en mayo de ese año, que se interrumpió por una resolución parcial un mes después. En ese momento se anunció el despido de 43 trabajadores, para lo cual la patronal adujo como motivo una crisis empresarial por falta de rentabilidad, desde allí fundamentaba la implementación de un “plan de achique de personal”. 

El pasado viernes la empresa informó que iba a despedir a 43 compañeros, por no contar con materia prima para procesar, y propuso pagarles el 35% de la indemnización, lo que no aceptamos. A ello se sumó que prepararon 80 barriles de anchoa para llevárselos a Perú y nos plantamos impidiendo que los cargaran, pues nos sacaban nuestro trabajo. Tras ello despidieron a 43 personas, ante lo que acudimos al Ministerio de Trabajo y ayer se firmó la conciliación obligatoria. Hoy nos presentamos a trabajar y la planta estaba cerrada y sin sus directivos. Como encontramos un portón abierto, sin romper nada ingresamos y nos quedaremos hasta tanto alguien nos dé respuestas (Gastón Gallop, delegado gremial de Engraucoop).

Las y los obreros respondieron con la ocupación de la planta y un bloqueo de retiro de la materia prima que el empresariado pretendía retirar del lugar. La toma, que persistió durante un mes, enfrentó intentos de represión tales como amenazas de desalojo y presencia permanente de personal policial en las inmediaciones de la planta. En el transcurso de ese tiempo, delegados de planta junto a la dirigencia del Sindicato de la Alimentación concurrieron a reuniones entre partes con los empresarios y funcionarios estatales de la sede local del Ministerio de Trabajo, y luego de un mes lograron revertir la decisión de los despidos. En este momento, algunos trabajadores acordaron con la empresa jubilaciones anticipadas y/o retiros de forma voluntaria con indemnizaciones de por medio, dado que prefirieron dejar de trabajar ante la situación de crisis y retrasos e incumplimientos salariales que se repetían en la fábrica durante los últimos meses. Además, como se expone en el fragmento citado, en la planta circulaban rumores sobre la posibilidad de que los empresarios despidan a la totalidad de obreros para mudar el proceso de producción a Perú bajo el supuesto de que allí era menor el precio de la fuerza de trabajo. 

Patricia Ortega, empleada administrativa y representante legal de la empresa Engraulis, refirió en aquel momento que “esto no significa la resolución del conflicto”, dejando en claro que seguía latente. La empresa aclaraba la necesidad de recibir ayuda financiera estatal como única alternativa para superar la crisis. Sin embargo, poco después los propietarios realizaron una inversión millonaria en la planta, en reparaciones de maquinarias y mantenimiento del edificio como preparación para la temporada de zafra 2010, a llevarse a cabo entre los meses de septiembre, octubre y noviembre. Para el desconcierto de los trabajadores, llegado el momento de iniciarla concurrió a la planta un auditor español, quien luego de realizar estimaciones acerca de la rentabilidad de la misma concluyó que el balance económico sería negativo.

El conflicto volvió a manifestar visibilidad una vez concluida la zafra, al mermar los ritmos de producción. En enero de 2011, luego de que las trabajadoras no percibieran el aguinaldo y desde la empresa se les informara que no dispondrían de vacaciones pagas, se retomaron las huelgas, resultando un total de 5 hasta el mes de agosto, siendo la más extensa de una semana de duración. Durante estos meses se atrasó o se efectuó en partes el pago de las quincenas, y en ocasiones no se percibió el salario. A la crisis inicial se agregó un nuevo detonante, la muerte de Giorgio Nasari, principal propietario de la empresa, que confluyó con el desinterés de sus dos hijos (herederos de la empresa) para continuar con las actividades de la firma. 

Para este momento, el plantel obrero era de 69 trabajadores efectivos, 59 mujeres y 10 varones. En agosto de 2011 las y los obreros emprendieron la segunda y definitiva ocupación de la planta, durante la cual recibieron los telegramas de despido que confirmaban el cese de actividades de la firma:

Un profesional de la empresa Engraulis nos aseguró en las últimas horas que se iniciaba el concurso de acreedores, que no habría temporada de zafra y tampoco continuidad de trabajo. (…) Quienes están a cargo de la fábrica pretenden que cobremos la indemnización con la poca materia prima que nos queda para procesar, yo tengo 24 años de antigüedad y no puedo irme a mi casa con 10 pesos cada 15 días (Analía Morino, 49 años, delegada gremial de Engraulis).

Tras el retiro patronal y la inminente quiebra, mediante un largo proceso de resistencia con el objetivo de lograr su continuidad laboral, un grupo de 21 obreros (18 mujeres y 3 varones) emprendió la recuperación de la empresa. Su composición fue de 18 trabajadores que efectuaban tareas de producción (carga, descarga, fileteado y envasado de anchoas) y 3 trabajadoras que realizaban tareas administrativas y de control de calidad en Engraulis. Desde los primeros tiempos de conformación de la cooperativa cobraron protagonismo decisivo tres trabajadoras, que poseían más de 20 años de antigüedad en Engraulis: Analía, filetera y delegada sindical al momento del conflicto por cierre; Claudia, trabajadora administrativa, y Solveig, encargada de control de calidad. Dada su relevancia en la consecución de esta experiencia, las tres fueron entrevistadas durante el trabajo de campo emprendido. Analía fue, además, una de las principales voceras ante los medios locales al momento del conflicto, así como Gonzalo Palmieri, que se desempeñaba como peón (empleado de máquina), también era delegado gremial intrafabril e hijo de Analía. 

Fuente: Twitter

Fuente: Twitter

Entre agosto y diciembre de 2011 el colectivo obrero emprendió diversas acciones con el objetivo de retener sus fuentes de trabajo, tales como movilizaciones, la ocupación permanente de la planta (una trabajadora junto a sus hijos se alojó allí durante esos meses), efectuaron peñas en la planta a fin de recaudar dinero para subsistir mediante el apoyo de la comunidad y también realizaron ventas de empanadas durante los fines de semana. Mientras tanto, de lunes a viernes continuaron realizando el procesamiento de pescado con materia prima que había quedado en la planta a fin de cumplir con algunos pedidos puntuales que la firma anterior tenía pendientes de entrega.

A continuación, se presentan dos tablas que contienen las diversas acciones emprendidas y una caracterización del colectivo obrero que emprendió la recuperación:

Tabla Nº1. Cantidad y tipos de acciones de lucha emprendidas por las y los trabajadores de Engraulis en el marco del conflicto por la recuperación de la empresa:

Tipo de acción conflictiva Cantidad
Reunión entre partes 8
Manifestación 3
Festival 1
Toma del lugar de trabajo 2
Conformación de una cooperativa/ Recuperación 1
Huelga 15
Bloqueo de materia prima 1
Total cantidad de acciones 31

Fuentes: Ecos Diarios y entrevistas a referentes de la Cooperativa Engraucoop.

Tabla Nº25. Conformación inicial del colectivo obrero Engraucoop:

Nombre Puesto anterior Tipo de contratación Cargo en cooperativa
Analía  Filetera Planta permanente Vocal
Monica E. Filetera Planta permanente Vocal
Teresa Filetera Planta permanente Vocal
Silvia C. Filetera Planta permanente Vocal
Solveig Control de calidad Planta permanente Tesorera
María José Administrativa Planta permanente Síndica
Claudia Administrativa Planta permanente Secretaria
Alicia Filetera Planta permanente Vocal
Pabla Filetera Planta permanente Vocal
Gonzalo Empleado de máquina Planta permanente Presidente
Mónica A. Filetera Planta permanente Vocal
Angélica Filetera Planta permanente Vocal
Nora Filetera Planta permanente Vocal
Marcos Empleado de máquina Planta permanente Vocal
María T. Filetera Planta permanente Vocal
Leonardo Empleado de máquina Planta permanente Vocal
Mónica G. Filetera Planta permanente Vocal
Verónica Filetera Planta permanente Vocal
Mirta Filetera Planta permanente Vocal
Silvia G. Filetera Planta permanente Vocal
Juana Filetera Planta permanente Vocal

Fuente: Elaboración propia en base a las entrevistas realizadas.

Los primeros meses de ocupación fueron difíciles, no solo por la incertidumbre y el escaso trabajo sino también por un conflicto interno en la planta: se conformaron dos colectivos obreros, uno de los cuales luchaba por la continuidad laboral en formato autogestivo mientras que el otro proponía retirarse de la planta, con el fundamento de que de esa manera la empresa en quiebra abonaría más rápidamente las indemnizaciones. Este segundo grupo estaba conducido por la misma Patricia Ortega, quien además de ser trabajadora administrativa de la planta fue nombrada por los propietarios como “apoderada legal” de la empresa durante el ingreso al concurso de acreedores. Este grupo opositor a la recuperación continuaba concurriendo a la planta y realizaba acciones de “boicot” al grupo que efectuaba las tareas de producción, tales como tirar piedras cuando ingresaban a la planta, llenar de agua las botas que las obreras utilizaban durante el proceso de trabajo, y otras formas de interrupción de la producción. Ante este hecho, el STIA que inicialmente apoyaba la recuperación, decidió retirarse del conflicto y de la planta y dejar brindar representación legal al grupo obrero que bregaba por la continuidad laboral bajo el fundamento de un “conflicto de intereses” entre ambas posiciones obreras enfrentadas. 

Con el correr de los meses, ante la resistencia del grupo autogestivo, quienes se oponían a la recuperación se retiraron de la planta, pero continuaron emprendiendo diversas acciones legales por la vía judicial mediante presentaciones escritas en la causa de la quiebra (la mayoría de ellas fueron pedidos al juez para que no autorice a la cooperativa a continuar trabajando en la planta), que finalmente fueron infructuosas.

El hecho de haberse desarrollado durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, en un período alejado de la gran oleada de recuperaciones de fábricas en el contexto de la crisis neoliberal de 2001, provocó que este caso adopte ciertas características propias de esta etapa de recuperaciones, ligadas a la contención social de los conflictos vía institucional-estatal [Dinerstein 2007]. Esto se expresa, por ejemplo, en cómo se tomó la decisión de conformar una cooperativa de trabajo. Aunque las obreras ya efectuaban una autogestión “de hecho” desde agosto de 2011 al permanecer en la planta luego del retiro patronal y continuar con la producción, la búsqueda de clientes y de materia prima fue un problema que subsistió tras los primeros meses de la ocupación. Este problema generaba una necesidad de encontrar un formato legal y una continuidad laboral que les permitiese, en principio, subsistir. Dado que conocían a “La Recuperada”, fábrica de pescado fresco que se había conformado como recuperada a principios de 2011 en un proceso similar al de Engraucoop, sabían que continuar trabajando “sin patrones” era posible, pero no imaginaban cómo lograrlo, dada la ausencia del sindicato y de otras organizaciones que asesoraran y apoyaran al grupo obrero en este caso. Por ello, concurrieron a la municipalidad en numerosas ocasiones para solicitar asistencia y recursos, lo cual se concretó fortuitamente una mañana de enero de 2012; así lo expresa una trabajadora: “vimos un cartel que decía ‘Producción’ y dijimos… ‘nosotras somos productoras, es lo que hacemos, producir’, entonces entramos y ahí nos recibieron el secretario y subsecretario de producción que nos contactaron con el INAES” (Analía, entrevista de 2011). Luego de la reunión con los funcionarios municipales del área de Producción, las trabajadoras recibieron la intervención del INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), mediante la radicación temporaria de dos empleados de dicho organismo en Necochea, quienes asesoraron a las obreras en cuanto a los trámites necesarios para la conformación de una cooperativa de trabajo. Es decir que, si bien las obreras ya habían emprendido una autogestión de hecho a fin de “subsistir” tras el retiro patronal, solo tras la intervención estatal se formalizó la constitución de la cooperativa y su carácter de empresa recuperada como proyecto. Hasta ese momento, las obreras recalcan que: “vivíamos día a día, y no sabíamos qué iba a pasar con nosotras” (Analía, entrevista de 2011). Asimismo, esta fuerte intervención estatal se sustentó en la ausencia de otras organizaciones (tanto sindicales como políticas y sociales) en la lucha por la recuperación, lo cual hipotetizamos que se vinculó también con el accionar sindical y el conflicto intraobrero de los meses iniciales, que generaron que el colectivo que emprendió la recuperación “desconfiaran” de personas y agrupaciones ajenas a la fábrica.

En mayo de 2012 obtuvieron la matrícula habilitante como Cooperativa de Trabajo. También comenzaron a participar de “ruedas de negocios” organizadas por el MTEySS (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social) destinadas a cooperativas y Pymes que requerían expandir sus posibilidades de comercialización. Sin embargo, a pesar de los reiterados intentos de las obreras y de la intervención puntual realizada por el Estado, durante los primeros tres años no consiguieron alcanzar un nivel de producción y ventas que les permitiese obtener ingresos mínimos. Por ello, desde 2014 adoptaron la decisión de vender su fuerza de trabajo a otras empresas del rubro, que les proveían la materia prima y luego comercializaban los frascos de anchoas elaborados. 

Con el correr de los meses, el número de pedidos aumentó de tal forma que los mismos excedieron notablemente su capacidad productiva de planta, por lo que debieron decuplicar el número de obreras en la planta, alcanzando en 2015 las 200 trabajadoras y los 12 trabajadores durante los meses de zafra (entre agosto y diciembre). Este tipo de trabajo denominado a façon es frecuente en ERT (Ruggeri, 2010), pero lo que constituye una nueva particularidad de nuestro caso es que esta modalidad laboral implicó un gran incremento del plantel obrero post recuperación.

A su vez, otra característica distintiva del caso se refiere al gran porcentaje de mujeres trabajadoras que formaron parte activa de la lucha por la recuperación. De acuerdo a los datos generales para el conjunto de empresas recuperadas del país, solo un sexto del total de trabajadores son mujeres, y las mismas se desempeñan en su mayoría en empresas de servicios como salud y educación. En este caso, tanto la gran cantidad de mujeres de la fábrica (94% del total) como el hecho de su pertenencia al sector industrial, son características distintivas. Esto se vincula con la histórica feminización de la industria pesquera conservera, que se caracterizó por el empleo de mujeres para las tareas que implican el procesamiento de las anchoas como una continuidad del trabajo que las esposas de pescadores realizaban en sus hogares, previamente al desarrollo de esta rama en el sector pesquero a nivel nacional desde los años 30.

La fábrica recuperada se reconfiguró desde que la empresa Marbella S.A., radicada en la ciudad de Mar del Plata, contrató a la cooperativa de trabajo para realizar el procesamiento de anchoas que son proveídas por la misma empresa, así como también maquinarias necesarias para efectuar el proceso de trabajo. El pago es por producción o “a destajo”, de acuerdo a un precio fijado de cada producto (frascos, envasado al vacío) y a determinadas metas de producción acordadas entre la empresa y el consejo de administración de la cooperativa. 

Aunque las y los obreros de Engraucoop mantienen una relativa autonomía para tomar decisiones sobre el proceso de trabajo al interior de la planta, la empresa dispuso la presencia permanente de un Jefe de Planta que supervisa la tarea de los distintos sectores fabriles durante toda la jornada laboral. Quien se encarga de contratar a las trabajadoras y trabajadores externos a la cooperativa es la propia cooperativa, puntualmente Analía -coordinadora de producción- desempeña esta tarea. En este caso, quienes conformaron la fábrica recuperada decidieron que los y las trabajadores externos no se incluyeran como asociados a la cooperativa, lo cual expresa una diferenciación entre los “miembros fundadores” y los “nuevos trabajadores”, la cual fue hallada como rasgo característico de otros procesos de recuperación (Ruggeri, 2009). Acercarnos a las razones por las cuales las y los obreros tomaron esta determinación es uno de los objetivos para futuros trabajos al respecto: ¿se vincula con el surgimiento del caso durante el último gobierno kirchnerista y su política de fomentar la cooperativización de empresas recuperadas? ¿con el conflicto intraobrero que caracterizó los primeros meses de lucha de este caso? ¿o con la venta de fuerza de trabajo a la empresa marplatense contratante?

Esperamos abordar estos interrogantes, así como situar características del funcionamiento actual de esta cooperativa, en futuros trabajos al respecto.

Referencias:

  • Grigera, J. (2011). La desindustrialización en Argentina ¿Agresión a la manufactura o reestructuración capitalista?. En: A. Bonnet (Comp.). El país invisible: Debates sobre la Argentina reciente. Buenos Aires: Peña Lillo: Continente.
  • Nogueira, M. L. (2018). Entre la precarización y la autogestión: estrategias laborales y subjetividades inherentes a las y los trabajadores de la industria pesquera de Mar del Plata y Necochea-Quequén, 1997-2012 (Tesis de posgrado).  Presentada en Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación para optar al grado de Doctora en Historia. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1662/te.1662.pdf
  • Ruggeri, A. (comp.) (2009). Las empresas recuperadas. Autogestión obrera en Argentina y América Latina. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Argentina. Disponible en:  https://www.recuperadasdoc.com.ar/Las_empresas_recuperadas_autogestion_obrera_en_Argentina_y_America_Latina.pdf